El sábado 20 de agosto, en la actividad que tenemos una vez al mes en fin de semana, fuimos con la monitora a visitar el Museo Sierra Pambley.
Nunca había estado. Me gustó mucho, vaya casa de ricos.
La pena es que estuviese tan bonita y lujosamente decorada y amueblada para que luego no se utilizase, todo ello por una triste historia.
Por lo visto, Segundo Sierra Pambley construyó la casa en 1848, es de dos plantas.
En la primera, destinada a la vida social, está acondicionada con muebles, tejidos, moquetas y vajilla de lo mejorcito de aquella época. Como le gustaba viajar mucho, trajo muchos enseres de Londres y París, de ahí la elegancia y lo más avanzado de aquellos tiempos.
En la segunda planta, asignada para uso familiar. Daban mucha importancia a la higiene, de ahí, que ya tuviesen baño y viviesen muchos años. Tenía preparada ya, hasta la habitación para los niños con sus juegos y juguetes.
El caso, es que Segundo preparó la casa para cuando se casara, pero cuando propuso matrimonio a la elegida...esta le dio calabazas. Fue tal la pena y la tristeza, que cerro la primera planta con llave, nunca se casó y el resto de su vida la pasó la mayor parte viajando o viviendo en otras de sus propiedades.
Cuando murió, la casa la heredó su sobrino Francisco, que tampoco se caso, así que la planta para las reuniones sociales siguió cerrada bajo llave.
Gracias a que la casa es de adobe, se conserva casi intacta, y es por ello, que hoy podemos disfrutar de ella como museo.
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