Conocerme por mis fallos y que me conozcan por mis virtudes, fin último del autocontrol y el autoconocimiento, es más complicado de lo que parece, pues pensar de forma no apropiada sobre mis fallos es reforzarlos. Quizás la forma apropiada de hacerlo es pensar en las cualidades própias, en vez de caer en la dualidad fallos-virtudes, sabiendo que cada cosa tiene su momento y que unas cosas me costarán más que otras.
Dicen que somos como un río, que todo fluye, nada permanece... para aceptar eso, yo puntualizaría en que siempre queda un poso en el lecho de lo que arrastra el agua, y que eso somos, una personalidad estratificada de particulas de nuestras vivencias y sentimientos.
En mi caso no hay poso, hubo una riada que dejo un cauce de piedra pelada, que se resiste en acumular nada, o nada que se parezca a lo que había, quizás porque prefiero renovarme constantemente a fosilizarme. Hay quien diria que no tengo personalidad, o esa es la impresión que creo dar, pues alguien que no observa sus pensamientos como própios (reniego de pensamientos que me asaltan de forma repentina y con los que no estoy deacuerdo), observa el mundo de forma demasiado objetiva.
Tengo una visión de la empatía un tanto deformada, que me viene a decir que podemos "proyectar" estados de ánimo y sensaciones en los demás, por lo que cuando se me pasa algo por la cabeza, me pregunto qué vivencias estan hablando por mi boca y suelo reflexionar hasta dar con ese momento, en vez de rebatir directamente mis pensamientos, lo que me lleva, en mis relacciones con los demás a pensar mas en el por qué de las cosas que dicen que en lo que dicen en si, lo que me hace lento en el momento de reaccionar, pienso bien, si, se me ocurren respuestas adecuadas, pero no en el momento, si no tarde, con lo que siempre quedan en el tintero.
Desmontar pensamientos es menos fatigoso que luchar contra ellos, pues negarlos es reforzarlos, y comprenderlos es el primer paso para desmontarlos, el problema es que asi no queda nada que pueda reconocer como propio...
Dicen que somos como un río, que todo fluye, nada permanece... para aceptar eso, yo puntualizaría en que siempre queda un poso en el lecho de lo que arrastra el agua, y que eso somos, una personalidad estratificada de particulas de nuestras vivencias y sentimientos.
En mi caso no hay poso, hubo una riada que dejo un cauce de piedra pelada, que se resiste en acumular nada, o nada que se parezca a lo que había, quizás porque prefiero renovarme constantemente a fosilizarme. Hay quien diria que no tengo personalidad, o esa es la impresión que creo dar, pues alguien que no observa sus pensamientos como própios (reniego de pensamientos que me asaltan de forma repentina y con los que no estoy deacuerdo), observa el mundo de forma demasiado objetiva.
Tengo una visión de la empatía un tanto deformada, que me viene a decir que podemos "proyectar" estados de ánimo y sensaciones en los demás, por lo que cuando se me pasa algo por la cabeza, me pregunto qué vivencias estan hablando por mi boca y suelo reflexionar hasta dar con ese momento, en vez de rebatir directamente mis pensamientos, lo que me lleva, en mis relacciones con los demás a pensar mas en el por qué de las cosas que dicen que en lo que dicen en si, lo que me hace lento en el momento de reaccionar, pienso bien, si, se me ocurren respuestas adecuadas, pero no en el momento, si no tarde, con lo que siempre quedan en el tintero.
Desmontar pensamientos es menos fatigoso que luchar contra ellos, pues negarlos es reforzarlos, y comprenderlos es el primer paso para desmontarlos, el problema es que asi no queda nada que pueda reconocer como propio...
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