Una de las mayores alegrías de mi vida fue cuando mi hija Noa dio sus primeros pasos. ¡Pensé... qué alegría, ya no tendré que cogerla en brazos! Pero al instante, uffffffffffffffffffffffff lo que me espera, correré un maratón detrás de ella... y ¡lo en forma que me voy a poner!
Durante mi infancia los mayores momentos de alegría eran cuando llegaban las Navidades. Nos juntábamos unas cuarenta personas entre familiares y amigos. Los niños correteábamos por toda la casa, las mujeres chismorreaban mientras preparaban la cena y los hombres a hablar de temas de hombres con sus copitas. A mitad de la cena, mi abuelo siempre aparecía de repente vestido de mujer y nos hacía show.¡Qué divertido era eso de hablar todos a la vez y no parar de reírnos!
Para mi los mejores recuerdos los tengo cuando nos reuníamos toda la familia para ir de excursión al monte o a la playa. A mi me gustaba coger grillos, lagartos, ranas y en la playa mejillones. Otro momento alegre e intenso fue mi primer beso. Ella era muy honesta, alegre y divertida.
Uno de mis instantes maravillosos era la noche de Nochebuena por la llegada de Papá Noé y la de Reyes por los regalitos que nos dejaban. Estas dos noches se dormía poquito por la emoción y las ganas de abrir los regalos. Les dejábamos chocolate para ellos y el agua para los camellos.
Los tiempos de más diversión era cuando nos juntábamos los primos en el pueblo en la casa del abuelo todos los veranos durante nuestra infancia. No parábamos de jugar, las ricas meriendas de bocata de nocilla hechos por la tía María y por las noche ver juntos la televisión.
¡Qué maravilla los días de playa! Cogíamos toda la cacharrada y más, y todos al coche a pasar el día. Recuerdo que el niño que no cabía, le escondíamos bajo nuestras piernas, ¡qué divertido! Íbamos cantando loo que surgiera, cuando llegábamos tirábamos todos los bártulos que llevábamos. Ocupábamos una de las mesas y organizábamos toda la comida...ensaladilla rusa, langostinos, tortilla patata, pollo empanado, aceitunas, jamón serrano, patatas fritas... Luego nos metíamos todos en el agua como patos, nos tirábamos por los toboganes hasta la hora de comer. Por la tarde, de vuelta como pez en el agua, hasta que se hacía de noche.
Después de acabar los estudios de formación profesional de soldadura, una de mis mayores alegrías fue que me contrataron, y estuve nada más y nada menos, que la friolera de 12 años trabajando para la misma empresa.