jueves, 5 de marzo de 2015

3º PREMIO EN EL CONCURSO DE RELATOS

                                                                 INVIERNO

      Las lunas saben más a plata a medida que avanza diciembre.   Se va el otoño a pasitos quedos; viene el frío helador, y en las calles cuelgan ya las luces de Navidad.

      En otro tiempo, fuera del de los relojes, algún corazón está encogido y aterido por no poder latir al lado del otro.

     Pasan parejas del brazo, grupos con niños, y tú vas a paso ágil, sin fijarte mucho en nadie, pero con un anhelo oculto en el pecho.

    Va a llegar el invierno como todos los años, sin que se pueda evitar, sin que se quiera eludir, porque, en el fondo, es la estación de la espera dulce y abrigada que precede a la eclosión de la primavera.

   !Cualquiera sabe lo que bulle por dentro de las cabezas de los paseantes!

   Llegas a casa, y te olvidaste poner la calefacción.   A veces...,  te sientes deprimido.

   La depresión es una especie de invierno personal, humano.   Uno se encoge en sí mismo y se arrebuja en su tristeza, y siente frío en el corazón, y el cerebro está aterido: se congela toda acción.

       
               La ausencia del amado es otro frío, tenue y solapado, medular....  Sentirse solo en pleno verano, encierra un invierno diminuto que se extiende por la piel, ávida de ser acariciada, incompleta sin el tacto del otro.
       
    Y cuando ese otro existe, tiene un cuerpo y un nombre, es más fuerte el desamparo de no ser comprendido.


                              Los parques están en estado de latencia en invierno: las ramas de los árboles al descubierto, faltan las flores, y el césped tiene un manto de perla y escarcha.

   Y tú pasearías con tu amigo, con tu amor, y el pecho estaría cálidamente latiendo al compás de él.

                  También es posible enamorarse en invierno.  Encontrar respuesta a las llamadas silenciosas que harías cuando vagabas solo por la ciudad.

      ¿Pero, qué tiene de especial esta estación, la reina del frío?

      Crecen los días, y los biorritmos se van modificando.  Es el puente entre la decadencia del otoño y la exhuberancia de la primavera.    Invita a meditar, a recogerse sobre uno mismo y reflexionar.


     ¿Y si tu destino es quedarte sin ser amado?     Habrá otras maneras de vivir de ese modo que lleven alegría a tu vida.     Algo faltará, pero también en el invierno falta la potencia esplendorosa del sol de otras estaciones, y se vive.   Cada cosa sucede por algo.... ¿o no?.

3 comentarios:

CRPS León dijo...

Me parece un relato muy bueno. Enhorabuena a la escritora

CRPS León dijo...

Me parece un relato muy bueno. Enhorabuena a la escritora

CRPS León dijo...

precioso relato interesante enorabuena a la campeona