CUENTOS DE RAQUEL

 

Hasta el hada la envidiaba

El refinamiento y sensatez constructiva!

Magia que paraba el tiempo

Tan bonita, tan bonita

Como ninguna criatura.

A ti te debo

Mi catedral

Más de un beso

Y más de dos

Para recordar

Que divina te alzas

Cuál no hay dispar.

Me despiertas con tus

Campanas y con tu alegría

Sin igual.

Respiro cada día

muy adentro

al pasar

por tus pies

como si no cupiera

en mi cabeza

tal belleza igualar.

Te comparo con ninguna

No me atrevo a traicionar

Tal sentimiento; tan adentro

que me hace palpitar.

Viva la cátedral.

¡Viva la pulcra leonina, por siglos viva y viva!

EL BESO MALO

Despertó sin quererlo; como si un congelado beso la diera los buenos días.

Había despertado al helado frio de las montañas nevadas del otoño en aquella cabaña, lejos del mundanal ruido.

Noemaz, era nueva allí, y decidida a hacer una gran exploración del territorio, cogió sus botas de senderismo y se hizo en marcha de aventura, no sin su perrito Croissant.

Ayudada de un palo firme, se encaminó en su marcha por lo desconocido para ella, de ese frio lugar cerca de esa cabaña en la montaña, que había alquilado para sus vacaciones de una semana.

Noemaz era aficionada a la Biología e iba fijándose en las flores y en las plantas del lugar; la encantaba explorar por explorar.

De repente, observó una planta sin igual, era diferente a todas…y tal le asombró su belleza, que como poseída, cortó uno de sus frutos y absorbió su sabia, delicadamente.

Solo por el placer de degustar a que sabía tal encanto de flor. Sin saber que era una planta mala, cuyo veneno era tan poderoso que la dejó medio muerta, en medio del campo y sola ante el peligro.

Noemaz, aún su atrevimiento tuvo suerte, pues Croissant fue rápido en busca de gente, lográndola rescatar en helicóptero a un hospital seguro, donde lograron reanimarla por completo…¡Croissant se mereció un gran croissant…y un gran beso!