lunes, 19 de julio de 2010

DEJA DE BUSCAR


Cuenta la leyenda que un hombre oyo decir que la felicidad era un tesoro. A partir de aquel instante comenzo a buscarla.

Primero se aventuro por el placer y por todo lo sensual, luego por el poder y la riqueza, después por la fama y la gloria, y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y de todo cuanto estaba al alcance de su mano.

En un recodo del camino vio un letrero que decia: "Le quedan dos meses de vida."
Aquel hombre, cansado y desgastado por los sinsabores de la vida se dijo: "Estos dos meses los dedicare a compartir todo lo que tengo de experiencia, de saber y de vida con las personas que me rodean."

Y aquel buscador infatigable de la felicidad, solo al final de sus dias, encontró en su interior, lo que podía compartir, en el tiempo que le dedicaba a los demás, en la renuncia que hacía de si mismo por servir estaba el tesoro que tanto había deseado.

Cuando una de las puertas de la felicidad se cierra, otra se abre, pero a menudo, miramos
tanto la puerta que se ha cerrado que no vemos aquella que se ha abierto para nosotros.

Comprendió que para ser feliz se necesita amar; aceptar la vida como viene; disfrutar de lo pequeño y de lo grande; conocerse a si mismo y aceptarse como se es; sentirse querido y valorado, pero también querer y valorar; tener razones para vivir y esperar y también razones para morir y descansar.

Entendió que la felicidad brota en el corazón, con el rocio del cariño, la ternura y la comprensión.

Que son instantes y momentos de plenitud y bienestar; que esta unida y ligada a la forma de ver a la gente y de relacionarse con ella; que siempre esta de salida y que para tenerla hay que gozar de paz interior.

Yo creo que no tiene que ver necesariamente con lo que vivimos a diario, tiene que ver con una disposición positiva ante la vida que debemos tener, una decisión propia que debemos tomar a diario. La vida está llena de momentos dulces y también amargos, pero no debemos dejar que esos momentos amargos nos hagan perder las ganas de vivir, debemos aprender a ser felices con lo que somos, con lo que tenemos y no lamentarnos por lo que no podemos conseguir. De ser así, la felicidad no existiría porque siempre vamos a tener que enfrentar dificultades. El cómo las enfrentemos es el secreto de la felicidad, siendo positivos y valorando en todo momento lo que somos y las cosas buenas de la vida que nos toque vivir. Es difícil, nadie dijo que fuera fácil, a mi me resulta difícil, tengo días buenos y otros no tanto, pero siempre trato de ver lo bueno y, cada vez que lo logro, puedo afirmar que la felicidad sí existe y está dentro de mi.

2 comentarios:

Blog Unidad Rehabilitación Salud Mental Hospital Macarena dijo...

Para Rosa: Hola soy A.P.me gustó mucho que te llamase la atencion el atercado que tuve cuando me quisieron robar y me llevaron detenido a la comisaria.
Gracias por apoyarme.

fermin dijo...

Ya me gustaría a mi tener la mitad de energia, fuerzas y ganas de vivir que tienes tú, así ya lo creo que todo sería más fácil.